Levítico 19, vs 2:
קְדֹשִׁ֣ים תִּהְי֑וּ כִּ֣י קָד֔וֹשׁ אֲנִ֖י יְהֹוָ֥ה אֱלֹהֵיכֶֽם
o “…Santos seréis porque Santo Soy Jehová vuestro Dios…”: Dios está pidiendo a Israel que adopten la santidad como forma de conducta entre los distintos tipos de moralidad en el mundo. Israel fue nominado como representante oficial de Jehová Dios en la tierra en cuanto a espiritualidad se refiere, en virtud de que Israel está llamado a ser: ממלכת כוהנים וגוי קדוש o “…un reino de sacerdotes y una nación santa…”. Sin embargo, hasta ahora, Israel como pueblo, salvo las contadas excepciones de individuos sobresalientes que no conforman con el estamento rabínico judío imperante, se ha convertido en “un reino de comerciantes y en una nación de negociantes” que a casi todo, por no decir a todo, le pone precio. En este sentido, se le ha puesto precio a la tierra prometida e incluso a Jerusalén. Israel, desde la guerra de los Seis Días, está renunciando a Judea, Samaria y Gaza, comprometiendo su esencia espiritual e ignorando olímpicamente su legado histórico-espiritual, a cambio de dólares USA. ¿Qué otro pueblo le pondría precio a su tierra? ¿Por ningún precio venderían los musulmanes a la Meca o los católicos al Vaticano? Los judíos de hoy actuaron como actuó Esaú al vender su primogenitura por un plato de lentejas (Gen. 25, vs 29-34)
LA קדושה O SANTIDAD HUMANA
Lev. 19, vs 2: קדושים תהיו כי קדוש אני
o “…Santos seréis porque Santo Soy….”. Cabe preguntarse pues, ¿Qué es la santidad?
A mi entender, la santidad es el resultado de un cambio radical en el comportamiento del individuo “normal” o promedio, producto de una fundamental transformación de su conciencia mediante la incorporación de cualidades o valores universales como la libertad, la responsabilidad, la virtud, el amor, la verdad, la justicia, etc.. Esta transformación genera un cambio de actitud conducente a mayor purificación que va, desde una condición mediocre o común a una condición virtuosa, inspirada o iluminada y trascendente.
Los que viven con la conciencia de la presencia de יהוה Dios entienden que esa proximidad exige un comportamiento muy, pero que muy superior porque no es posible estar consciente de la presencia de יהוה Dios en todo instante y actuar comúnmente o mediocremente. Precisamente la motivación que tiene el que se esfuerza por vivir con la conciencia de la presencia divina, es apreciar los efectos, día a día, de su transformación real, obrada por la conciencia de la proximidad del espíritu Santo divino. El que persigue santidad, conoce de su condición imperfecta y no la aprueba, por eso desea transformarse en vez de convertirse en cómplice de sí mismo y justificar esto y aquello. Por otro lado, añade la Biblia: “…יהוה Dios se santifica entre los que se le acercan…”, es decir, tolera menos errores entre aquellos que pretenden acercársele y vivir una vida santificada; por eso, a veces, los castiga severamente, aunque como castiga el padre al hijo que ama.
El castigo de יהוה Dios bendito, bien entendido, hace recapacitar y entender. El sabio no se cansa del castigo divino porque sabe que יהוה Dios bendito castiga al que quiere educar. “…אל תעש עמנו כלה..” dice el verso, es decir, « …no nos juzgues con indiferencia.. », o, interésate verdaderamente en nosotros y pruébanos porque, de la dura prueba puede salir uno generosamente enriquecido y fortalecido. Por eso יהוה Dios probó a Abrahán, al pedirle que sacrificase a Isaac su hijo. El resultado exitoso de esta prueba fue la amistad de יהוה Dios con Abrahán y su descendencia por pacto perpetuo.
Por último quisiera manifestar que la santidad obra en dos ámbitos, aunque a mi entender, estén bien interrelacionados; concretamente, en el del pensamiento y en el de la acción. Por ejemplo, el justo o santo, rechazará muchos pensamientos incorrectos, sin dejarse seducir demasiado por ellos, porque sabe que a la base de cualquier acción está el pensamiento, es decir, el que ya comprometió su pensamiento, de hecho, ya está comprometiendo o fraguando su futura acción. Pienso que actuar de manera adecuada requiere pensar de manera correcta y limpia primero. Hay que tener en cuenta que la acción viene a manifestar el estado espiritual real en el que se encuentra el individuo en ese preciso momento, es decir, en lo que piensa y cree de verdad, aunque él no se haya parado a pensar mucho en ello. El justo sabe que si baja la guardia, pronto volverá a pecar y perderá su relación santa con la divinidad. De ahí la necesidad de esforzarse todos los días en agradar a יהוה Dios bendito con sus pensamientos y obras. La santidad debe ser dinámica y cambiante por renovadora, como dice el Rey David en los Salmos: שירו ליהוה שיר חדש o “…Cantad a Jehová canción nueva…”. Por ejemplo, el hecho de haber agradado ayer a יהוה Dios no es suficiente, de la misma manera que el haber comido ayer no es suficiente para sobrevivir hoy….La vida de santidad es vida de renovación, de dinamismo y de excelencia, de virtud, de amor, de mucha bondad y de sacrificio casi permanente merced a la búsqueda de la armonía, de la mano de la justicia, al promover el juicio justo en toda situación.
Levítico 19, vs 3:
אִ֣ישׁ אִמּ֤וֹ וְאָבִיו֙ תִּירָ֔אוּ
o “…cada individuo, a su madre y a su padre temerán…”: El término תִּירָ֔אוּ , además de significar “honrarán”, quiere decir: “temerán, respetarán, venerarán, amarán, etc…”. Los padres decentes, para sus hijos, vienen a ser, de alguna manera, la extensión de Dios en la tierra porque todo el cuidado y la dedicación que ejercieron sobre sus hijos son de naturaleza altruista, es decir, a cambio de prácticamente nada. Por eso, el quinto mandamiento de “…honrar al padre y a la madre…” se encuentra entre los cinco primeros, en la primera tabla, la cual corresponde a la relación humano-Dios y no en la segunda tabla, la cual corresponde a la relación humano-humano. La protección que ejercen los padres decentes sobre sus hijos contra todo peligro, es similar a la protección que ejerce el sábado sobre el secularismo. Los padres decentes, en virtud de la educación de sus hijos ושננתם לבניך se ganan el favor de Dios.
Levítico 19, vs 3:
וְאֶת־שַׁבְּתֹתַ֖י תִּשְׁמֹ֑רוּ
o “…y mis sábados guardaréis…”: El Sábado viene a ser otra de las manifestaciones de amor y de protección de Dios vis a vis de la humanidad para regular y protegerla contra el exceso de secularismo o חול, el cual tiende a servir al ego al perseguir frenéticamente el sexo y el consumismo. Como cuarto mandamiento que es, también se encuentra en la primera tabla entre la relación humano-Dios. El respeto a los padres y la observación del sábado están declarados justo después de la declaración de ser santos, es decir, como parte de la definición de lo que la santidad debiera ser. El sábado es una catedral en el tiempo dijo el teólogo Abraham Yeoshuah Heschel. El sábado es lo que evita que el judío se asimile al mundo gentil. En este santo día se deja de lado toda lucha en la interacción con el mundo físico para convertirla en מנוחה o “presente con descanso” con el fin de enfocar el aspecto espiritual de la existencia y crecer en el conocimiento de las virtudes divinas. La vida en familia que durante este santo día se refuerza viene a estrechar los vínculos de unión entre todos sus componentes, en la presencia de Dios.
Levítico 19, vs 4:
אַל־תִּפְנוּ֙ אֶל־הָ֣אֱלִילִ֔ם וֵֽאלֹהֵי֙ מַסֵּכָ֔ה לֹ֥א תַעֲשׂ֖וּ לָכֶ֑ם
o “…No persigáis a los dioses y dioses de fundición no os hagáis…”: Jehová, El Creador del cielo y de la tierra, es Uno y no desea que se le mezcle con falsos dioses, es decir, falsas concepciones. Además, toda definición de Dios en el ámbito del espacio ha de ser evitada (idolatría) porque Dios es más que lo que el humano puede imaginar.
Levítico 19, vs 5:
לִֽרְצֹנְכֶ֖ם תִּזְבָּחֻֽהוּ
o “…de vuestro agrado ofrecedlo…”: Cualquier cosa que se presente a Dios ha de ser lo más perfecto posible. Nada que esté cojo o estropeado o sucio o enfermo, etc… se ha de ofrecer porque lo que se ofrece tiene relación con la personalidad a quien se lo ofrecemos. Si Dios es perfecto, entonces deberíamos de ofrecerle definitivamente lo mejorcito. El otro aspecto es la voluntad y el corazón que se pone en ello. Si nos parece mucho lo que vamos a darle, Él lo sabe porque lee nuestros corazones y pensamientos. Por eso, hay que tener una actitud muy transparente para con Dios. Los presentes han de ser voluntarios y hechos con amor.
Levítico 19, vs 6:
וְהַנּוֹתָר֙ עַד־י֣וֹם הַשְּׁלִישִׁ֔י בָּאֵ֖שׁ יִשָּׂרֵֽף
o “…y lo que quedare hasta el día tercero, en el fuego será quemado…”: No se podía dejar que se corrompiera al descomponerse porque era santo. Se había de comer el primer y el segundo día solamente, quemando el resto.
Levítico 19, vs 7:
פִּגּ֥וּל ה֖וּא לֹ֥א יֵרָצֶֽה
o “…podrido es, no será aceptado…”: El proceso de descomposición ya lo afectó y no está en condiciones optimas para la santidad.
Levítico 19, vs 8:
וְאֹֽכְלָיו֙ עֲוֺנ֣וֹ יִשָּׂ֔א
o “…y el que lo comiere, su pecado llevará…”: No es posible actuar ligeramente cuando se sirve a Dios. Hay que actuar con extrema devoción y sentido de la responsabilidad para que lo que le ofrezcamos sea aceptado de buen agrado. Ya hemos visto como los dos hijos mayores del sumo sacerdote Aarón murieron por actuar irresponsablemente al ofrecer unos presentes que Dios no había pedido, como reza a continuación: כִּֽי־אֶת־קֹ֥דֶשׁ יְהֹוָ֖ה חִלֵּ֑ל o “…porque lo santo de Jehová profanó…”. El término חִלֵּ֑ל significa también “vacío”, sin contenido o esencia espiritual. Por otro lado, el ingerirlo pudiera representar un problema de salud a causa de que el proceso de descomposición ya se había iniciado.
Levítico 19, vs 9-10:
לֶֽעָנִ֤י וְלַגֵּר֙ תַּעֲזֹ֣ב אֹתָ֔ם
o “…para el pobre y para el extranjero los dejarás…”: Tanto los rincones de lo segado como el fruto caído de la viña, al ser recogido, era destinado a los menesterosos porque Jehová es Dios compasivo y misericordioso para con la necesitada humanidad. Da de comer al hambriento y bendice al que fue generoso al no recoger lo que se le cayó. Jehová es Dios de compasión.
AUTO-APROBACIÓN Y AUTO-RECHAZO
Existen dos tipos de espíritus o estados de ánimo en el humano: Aquel que, en líneas generales, se auto-acepta y el que se auto-repudia. El que se ama a sí mismo, se auto-busca y se auto-encuentra. Mientras que el que se auto-rechaza, intenta escaparse de sí mismos sin conseguirlo. Quede bien claro que no se trata de aprobación o rechazo basado puramente en un análisis parcial, sino sustancialmente, es decir, en su conjunto y unidad, como persona en general.
Analicemos primero, en que se basa la auto-aprobación y el auto-rechazo. A mi entender, este, se deriva de un análisis de conciencia que hace cada cual de manera consciente, fundamentado en el conocimiento que uno ha adquirido acerca de sí mismo y de los demás. Día tras día, uno tiene que inevitablemente, juzgar su propio comportamiento, tanto en momentos de crisis como en situaciones rutinarias, comparándolo con su percepción del comportamiento ajeno y en su propia y honesta estimación, decidir auto-aprobarse o auto-rechazarse.
La auto-aprobación no es de naturaleza tan concupiscente, sino algo objetiva; es el resultado del profesionalismo con el cual uno ha encarado su vida y la seriedad con la cual uno se ha tomado los roles que ha tenido que interpretar, ya sea como hijo, hermano, padre, ciudadano, etc… y de su sentido de responsabilidad; la medida de verdad, de amor, de justicia y de juicio que ha sabido, querido y podido desarrollar en el transcurso de su deambular por el mundo; las virtudes y cualidades que ha sido capaz de integrar en su carácter y la frecuencia con la cual él las ha puesto en obra; su medida de compasión y sentido de sacrificio, etc…. En una palabra, en la jerarquía de valores que ha sabido, observar, ordenar e incorporar, todo lo cual obró el resultado, al considerarse a sí mismo, en objetividad, diferente a los demás para bien o para mal.
El auto-rechazo, es el resultado del desorden o caos, en el cual uno ha decidido, día tras día, cimentar sus bases; en la falta de una filosofía correcta; en el desarrollo de una actitud mediocre y poco profesional o seria ante la vida; en la persecución del placer sobre el sentido de sacrificio; en el valor que le ha atribuido al azar y al destino, en vez de sentirse dueño y señor de sus propias acciones, asumiendo la debida responsabilidad por sus desaciertos; en lo caprichoso y concupiscente que ha sido al defender lo incorrecto; en sucumbir a sus bajas pasiones, en vez de estimular su capacidad para desarrollar nobleza y virtud; en el énfasis puesto en el pasado y en sus tradiciones, sobre la tremenda importancia y oportunidad que ofrece el tiempo presente; en la preferencia que le atribuyó a la fe sobre la verdad; en reaccionar en vez de planificar; en invertir a corto plazo desatendiendo el objetivo a largo alcance; etc….etc…
Finalmente, diré que el humano, por ser espíritu y materia a la vez, dispone del potencial espiritual único para elevarse y acercarse a יהוה Dios bendito y de participar de su excelencia y bondad, y por el otro, puede enfatizar los aspectos materiales de la vida y caer más bajo que las bestias salvajes, poniendo la voluntad al servicio del mal y no del bien, del vicio y no de la virtud, del placer y no del sacrificio, de la carne y no del espíritu. La elección es personal y por la cual, en su día, responderá por ella ante El Divino Creador.
Levítico 19, vs 11:
לֹ֖א תִּגְנֹ֑בוּ וְלֹא־תְכַחֲשׁ֥וּ וְלֹֽא־תְשַׁקְּר֖וּ אִ֥ישׁ בַּעֲמִיתֽוֹ
o “..No robaréis, no engañaréis, y no mentiréis, un hombre contra su prójimo…”: Para que exista un mundo en paz con valores espirituales, es preciso que aprendamos todos a no robar, a no engañar y a no mentir. No creo que sea tan difícil ni imposible como a primera vista parece. Hay que conseguirlo porque el futuro de la humanidad depende de ello si queremos evitar las guerras, las dictaduras y los abusos de un humano sobre otros humanos.
¿ES LA HISTORIA QUE LEEMOS LO QUE EN VERDAD SUCEDIÓ?
Resulta obvio que la historia se escribe desde la perspectiva de aquel que ostenta el poder o del vencedor. No me cabe duda de que los eventos históricos le llegan a la humanidad gravemente fragmentados por todos los errores y omisiones voluntarios e involuntarios de los historiadores de turno. Hoy en día se ha podido demostrar como, en muchísimos casos, los intereses creados tergiversaron deliberadamente mucho de lo que históricamente se nos ha afirmado y enseñado.
¿Cuán lindo sería el que se nos informara de la verdad pura y simple de lo que sucedió. Sin embargo, es justo deber el reconocer, en defensa de los historiadores honestos, que sin duda los hubo, la dificultad tremenda que entraña la reconstrucción de los hechos pasados reales. A fin de cuentas solamente un grupito de intelectuales “enteros” se interesan de veras por la verdad. La gran mayoría o masa humana mediocre, romántica por naturaleza, lo que pretende es satisfacer el placer de leer lo que le gusta leer y no precisamente la verdad. En esto, la humanidad tiene que crecer y madurar bastante todavía.
¿Qué ocurre cuando se nos escamotea o escatima la verdad de la experiencia? Que desconocemos la lección derivada de esa experiencia y muy probablemente, volveremos a caer otra u otras veces en los mismos errores en los que cayeron otros antes que nosotros. ¡Así de sencillo! La mentira entonces gobierna, de la mano del gobernante de turno, y la humanidad sufre más de lo que debiera.
En este estado deficiente de cosas, ¿Cómo poder actuar inteligentemente en la interpretación histórica de los hechos reales? Pienso que dudando de lo que las fuentes oficiales y organizaciones políticas y religiosas nos cuentan. Para ello hay que buscar fuentes independientes y echar mano de intelectuales honestos que, sin duda, en todas las generaciones existieron. Estos intelectuales llevaron sobre sus espaldas una responsabilidad tremenda y en ellos residía la verdadera esperanza de la humanidad. Por ejemplo, con el fin de desentrañar la verdad histórica no relatada, a menudo, una formula que me luce valida es la de buscar también la opinión del bando contrario y la de fuentes, lo más independientes posibles, y contrastarlas con la formulación histórica oficial, tratando, sobre todo, de usar el sentido común al atar cabos sueltos aquí y allá. Se trata de una labor de investigación más que otra cosa.
En definitiva, creo que cuanto antes se exponga la verdad de lo sucedido, antes crecerá la humanidad en la verdad de las cosas, porque cualquier falsedad o fantasía, dificulta o retrasa el crecimiento individual y colectivo. En este empeño, el amor a la humanidad es el motivador principal porque la verdad libera y alivia del sufrimiento innecesario. Es obvio que la verdad nos beneficia a todos y aún más a los que se sienten temporalmente perjudicados por ella. Lo que sí es preciso es estar preparado adecuadamente para entender esa verdad bien, para aceptarla y luego para vivir por ella, ya que no es fácil, debido a que la verdad, a menudo, se presenta cruda y desprovista del romanticismo que pudiera tener cualquier fantasía manufacturada a “gusto del consumidor”. Que duda cabe que la fantasía seduce mientras que la verdad libera porque el sabio aprende de ella.
Levítico 19, vs 12:
וְלֹֽא־תִשָּׁבְע֥וּ בִשְׁמִ֖י לַשָּׁ֑קֶר
o “…y no juraréis por Mi Nombre para mentir…”: Jurar por el Nombre de Jehová era el último recurso a disposición del pueblo de Israel. Cuando algo era imposible de verificar, si el incriminado juraba por el Nombre de Jehová, debía de ser creído. Claro está que al que mintiera, Dios se encargaría de pedirle cuentas luego, quitándole quizás la provisión de vida eterna futura, ya que la infracción de jurar por el Nombre divino en falso es gravísima en virtud de que asocia el Nombre del Perfecto con una mentira, como reza a continuación: וְחִלַּלְתָּ֛ אֶת־שֵׁ֥ם אֱלֹהֶ֖יךָ אֲנִ֥י יְהֹוָֽה o “…y profanarías el nombre de tu Dios, Yo Jehová…”. Hay que resaltar el hecho de que no dice: “…has profanado el Nombre de Jehová o de Dios sino el nombre de tu dios, es decir, el humano no tiene el poder de profanar el Nombre del Dios verdadero. Lo único que puede hacer es profanar la concepción de su dios falso. Jehová Dios se encuentra fuera del alcance del humano.
Levítico 19, vs 13:
לֹֽא־תַעֲשֹׁ֥ק אֶת־רֵֽעֲךָ֖
o “…No oprimirás a tu prójimo…”: Nadie tiene el derecho de ensañarse contra nadie, sino de tratarle con la consideración y con el debido respeto. Además, es más inteligente una buena actitud para conseguir la cooperación ajena que la innecesaria confrontación, cuando se puede inteligentemente evitar, claro.
Levítico 19, vs 13:
לֹֽא־תָלִ֞ין פְּעֻלַּ֥ת שָׂכִ֛יר אִתְּךָ֖ עַד־בֹּֽקֶר
o “…No retendrás el salario del jornalero contigo hasta la mañana…”: Cabe dentro de lo posible que el jornalero necesitara el dinero para dar de comer a su familia porque no tuviera más. De hecho, los jornaleros no ahorran y son los que más al día viven. En otras palabras, hay que supeditar el negocio a los valores espirituales universales.
Levítico 19, vs 14:
לֹא־תְקַלֵּ֣ל חֵרֵ֔שׁ וְלִפְנֵ֣י עִוֵּ֔ר לֹ֥א תִתֵּ֖ן מִכְשֹׁ֑ל
o “…No maldecirás al sordo ni delante del ciego pondrás obstáculo…”: No hay que tomar ventaja de las debilidades ajenas, sino intentar ayudarlos porque Dios Bendito creó el universo por amor y espera que el humano lo emule. La cooperación tiende a unir a la humanidad porque en ella todos sus integrantes ganan algo. Es indispensable vivir conectado espiritualmente, en vez de pretender vivir desconectado de Dios y de los demás. El amor es conexión y la desconexión produce temor.
Levítico 19, vs 14:
וְיָרֵ֥אתָ מֵּאֱלֹהֶ֖יךָ אֲנִ֥י יְהֹוָֽה
o “…y temerás a tu Dios, Yo Jehová…”: El temor del cielo es para vida y sirve para darse cuenta de que el humano está sujeto a limitaciones. No es posible pensar que uno es libre de hacer lo que quiera porque el universo juzga a través de la ley causa-efecto. ¿Qué otra cosa sino pudiera inhibir a un humano de hacer el mal si no fuere el temor de Dios? Solo una conciencia bien entrenada y bien evolucionada entiende que la voluntad y autoridad divina están por encima del humano mortal e imperfecto.
Levítico 19, vs15:
לֹא־תִשָּׂ֣א פְנֵי־דָ֔ל וְלֹ֥א תֶהְדַּ֖ר פְּנֵ֣י גָד֑וֹל בְּצֶ֖דֶק תִּשְׁפֹּ֥ט עֲמִיתֶֽךָ
o ..No favorezcas al menesteroso y no complazcas al grande; con justicia juzgarás al prójimo…”: Ante el juez no deberían de juzgarse a las personas sino a los conceptos. Por eso, el que tiene la razón de su parte es el que tendría que ganar el caso. Sin embargo, hoy en día, sabemos que no es así ya que el poderoso, en la abrumadora mayoría de los casos, es el que triunfa burlándose de la ley. Desafortunadamente, la ley no está al servicio de la justicia sino al servicio del más poderoso.
Levítico 19, vs16:
לֹא־תֵלֵ֤ךְ רָכִיל֙ בְּעַמֶּ֔יךָ
o “…no chismearás entre tu pueblo…”: Llevar y traer chismes es perjudicial porque la mayoría de los chismes están bien lejos de ser 100% correctos y envenenan el ambiente al fomentar la injusticia creando innecesaria contienda. Antes de hacer correr la bola hay que asegurarse de que es verdadera y compasiva חסד ואמת.
Levítico 19, vs16:
לֹ֥א תַעֲמֹ֖ד עַל־דַּ֣ם רֵעֶ֑ךָ
o “…No quedes indiferente sobre la sangre de tu prójimo…”: El ser humano es testigo de las situaciones y no se debe de inhibir en casos de asesinato u homicidio. Existe una responsabilidad social a la cual es preciso hacer frente con el fin de que la justicia no se pervierta. La sangre inocente derramada clama al cielo por justicia y Dios responde con maldición.
Levítico 19, vs17:
לֹֽא־תִשְׂנָ֥א אֶת־אָחִ֖יךָ בִּלְבָבֶ֑ךָ
o “…No odies a tu hermano en tu corazón…”: El odio es una reacción emocional la cual tiende a desestimar a la razón. Sin embargo, la razón es la que se debe de imponer al final porque todos cometemos errores y es preciso perdonar a los demás si uno desea ser perdonado por Dios y por los demás. No hay que ser rencoroso sino amplio de mente y generoso. Finalmente, diré que el que odia, espiritualmente hablando, sufre más que el odiado.
LA COMPASIÓN Y EL PERDÓN
La sociedad moderna occidental, la cual se precia de ser moderada, parece estar marcadamente inclinada a favor del sentimiento de la compasión y del perdón y alejada del sentimiento del juicio y de la justicia. Este ablandamiento radical, a mi entender, corroe la fibra moral de la sociedad y la hace vulnerable al elemento criminal, el cual se desenvuelve como pez en el agua. Buscando los orígenes de esta forma de pensar contemporánea, encuentro que el Cristianismo, en líneas generales y como institución, es uno de sus mayores exponentes. Por ejemplo, en los Evangelios, vemos como Jesús, al presentársele el caso de Maria Magdalena, la adultera, Haciendo gala de desmedida compasión y en menosprecio del juicio y de la justicia, en el sentir de la Biblia de Moisés, la defendió públicamente, declarando: “…El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra…”. Otra mención en Los Evangelios, digna de colación, es la que declara, “…Amar al enemigo…”. En otro lugar encontramos, “…No juzguéis si no queréis ser juzgados…” y en términos generales, la creencia de que Jesús murió en la cruz como “cordero perfecto” y pagó por los pecados de los que en él tengan fe, se arrepientan de sus pecados o no.
El Cristianismo no es el único movimiento que aboga por la indiscriminada compasión y perdón para el trasgresor. Tanto el humanismo secular, influenciado por los exponentes de la teoría de la evolución, como la corriente de pensamiento Freudiana y como la revolución sexual de los años sesenta, son de tendencia liberal, y se unen en este mismo propósito. En esencia, es una cuestionable moral que sirve a los intereses del infractor en vez de promover una sociedad más justa y sensible. ¿Qué dice la Biblia de Moisés al respecto? Leemos en Génesis 18:19 “… Porque yo sé que Abrahán mandará a sus hijos y a su casa después de él, a que guarden el camino de יהוה Dios, haciendo צדקה ומשפּט, justicia y juicio...”; en Deut: 16:18, leemos, “…Jueces…los cuales juzgarán al pueblo con משפּט צדק justo juicio…”; en Proverbios 17:15, está escrito “…El que justifica al trasgresor y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Dios…”; en Reyes 1, 10:9, leemos, “….Para que hagas juicio y justicia…”; en Salmos 89:14, “…Justicia y juicio son el cimiento del trono de יהוה Dios…”; en Proverbios 21:3 “…Hacer justicia y juicio es a יהוה Dios, más agradable que sacrificio…”. ” …Dios ama justicia y juicio…”; etc…etc….
Como fácilmente se puede inferir entre los ejemplos que acabo de exponer, más aquellos que por razón de espacio no puedo citar, porque necesitaría decenas de páginas enteras de referencias, la compasión indiscriminada y el perdón, fuera del marco de la verdad de la justicia y del sentido de responsabilidad, no tienen base en la Biblia de Moisés. La razón por ello reside en el hecho de que no es justo tener piedad por el que sufre por sus malas obras y perversos pensamientos, porque a través de ese sufrimiento, tendrá la oportunidad de aprender a ser más consciente y responsable y lo que es más importante aún, poder servir de ejemplo social. Para preservar la moral social y las buenas costumbres, la compasión se debería de aplicar casi siempre a la victima inocente y no tanto al trasgresor. Sin embargo, con referencia al perdón para el trasgresor, יהוה Dios bendito lo contempla siempre y cuando se arrepienta y restituya a cabalidad, si es que se pudiera restituir. Pero cuando el delito es irreversible, el rigor de la justicia debiera de caer inexorablemente sobre él, sin venganza (odio) pero con justicia (ley) porque el juicio, aunque lo tenga que administrar el humano, pertenece a Dios, en virtud de tener implicaciones sociales, es decir, el individuo muere pero la sociedad se queda.
Finalmente, diré que la compasión, como el amor y como todo lo demás, debe de administrarse con sabiduría y moderación. De ninguna manera se debiera de considerar que la compasión o el amor son siempre buenos, ya que nada es, en esencia, intrínsecamente, bueno o malo. Todo tiene un carácter neutral y sólo puede ser considerado como bueno o malo, en función del propósito que se persigue. Por ejemplo, una sobredosis de amor es dañina porque rompería la armonía con todo lo demás y establecería un desequilibrio, el cual, desestabilizaría ese todo, en unidad, que el ser humano es. La prudencia, el equilibrio, la moderación y la sabiduría también se demuestran necesarios en la administración de los sentimientos como el amor, la compasión y el perdón.
Levítico 19, vs17:
הוֹכֵ֤חַ תּוֹכִ֙יחַ֙ אֶת־עֲמִיתֶ֔ךָ וְלֹא־תִשָּׂ֥א עָלָ֖יו חֵֽטְא
o “…razonar, razonarás con tu prójimo para que no participes de su pecado…”: Cuando existan diferencias de criterio acerca de cualquier asunto, es importantísimo razonar objetivamente y olvidarse un poco del aspecto afectivo o emocional del caso. La razón acerca las posiciones distantes porque es común a la humanidad. Por eso se suele aconsejar aplicar sentido común a las situaciones.
EL ARTE DE DISCUTIR
¿Cómo hacer para que una discusión resulte bien productiva y conduzca al enriquecimiento y no a algún tipo de enfrentamiento personal y emocional entre perspectivas diferentes y hasta distantes? Para ello, es preciso entender la mente humana y su condición natural, es decir, el humano en general, está sujeto a emoción y razón a la vez. La emoción procede de la naturaleza animal del humano y suele ser cruda, violenta, egoísta y subjetiva, por estar muy próxima a los sentidos y al ego del individuo, sin mayor consideración de compromiso para con los demás. Es de género íntimo y tiene que ver con la opinión que uno se ha formado más que con el hecho real. La razón, en cambio, no vive tanto en la intimidad del ego o del orgullo personal, sino que tiende a liberarse y a proyectarse en lo social por ser de naturaleza más objetiva. Además, ella puede ser educada, lo cual significa apelar a la humildad del ser y estar más seriamente comprometida con la búsqueda de hechos concretos que respaldan tal o cual posición, que con las opiniones personales porque acepta el reto de someterse, si es aconsejable, al escrutinio voluntario de razones ajenas a la suya. En otras palabras, la emoción suele servir a la satisfacción caprichosa y deleite del ego mientras que la razón es más para el trabajo serio en equipo, con el fin de encarar el arduo encuentro con verdades más complejas que la suya personal; por eso, al discutir, es más sabio inclinarse hacia la razón objetiva que hacia la emoción subjetiva, echando mano del hecho más que de la opinión.
Para poder uno liberarse de las garras de la emoción, es preciso enfrentarse al concepto en lugar de apuntar hacia lo personal, es decir, al tratar con el tópico en cuestión, hay que apelar, lo más posible, al intelecto. De esta manera se deja de lado a la emoción y a la opinión para enfocar el hecho frío y la razón, evitando que la discusión degenere y se convierta en una batalla entre egos y orgullos, de los cuales poco se pudiera aprender y lo que es aún peor, conseguir el resultado opuesto al deseado, es decir, en vez de acercar perspectivas y llegar a un consenso mutuo, lo que se consigue es el distanciamiento entre ellas. Es obvio pues que, entre dos mentes brillantes, el llegar a un consenso y crecer es lo más importante porque ello es tendente a enriquecer a ambos.
Que duda cabe de que este enriquecimiento viene de la mano de perspectivas diferentes y cada cual puede beneficiarse de los múltiples puntos de vista ajenos al suyo. Por eso, las diferencias entre humanos serios, responsables y consecuentes, se deben de ventilar dentro de un marco de tolerancia y de mutuo respeto porque cada individuo tiene la facultad de aportar algo único al esquema general del cual, eventualmente, se beneficiarían todos. La libertad de expresión, bien entendida, exige la tolerancia de opiniones ajenas, siempre que estén debidamente educadas y sean intelectualmente honestas, no sujetas a ninguna agenda de interés material o al supuesto derecho democrático que tiene cada individuo de expresar su opinión aunque no esté educada. Es preciso ganarse el derecho de expresarla por respeto a la audiencia. El buen entendimiento de lo antedicho conduce al sentimiento de humildad necesario para convertirse uno en peón de luz al servicio de la verdad y de la libertad con el fin de participar de la sabiduría divina.
En definitiva, nadie posee la verdad total, final y completa porque יהוה Dios Bendito así lo estableció al fragmentar a la humanidad desde Adán y Eva, entre los miles de millones de seres humanos que poblamos el mundo. Tengamos en cuenta que si la humanidad sigue aún tan fragmentada es porque, en esencia, todavía se vive excesivamente condicionado por la fe y la creencia de grupo más que por la verdad universal. Cada religión o sistema pretende proyectar arrogantemente su opinión subjetiva, en vez de someternos todos humildemente al escrutinio de la objetiva verdad universal; por eso precisamente, pienso que la liberación tiene que venir de la mano de la sabiduría colectiva, de carácter participativo, la cual posee la facultad de unir a la humanidad en la verdad, de la mano del buen sentimiento controlado y de la justa razón o חסד ואמת en vez de fragmentarla por la fe en este y en aquel, en esto y en aquello.
LA RAZÓN HUMANA
Pienso que para alcanzar mayor sabiduría y ser relativamente más objetivo que lo que en el presente se es, es preciso valerse de una razón superior, lo cual implica un mayor y más profundo conocimiento de los mecanismos y procesos de la propia mente. Por ejemplo, observando detenidamente nuestra mente en funcionamiento, vemos como la razón interpreta cualquier personaje o situación en tres etapas sucesivas, es decir, mediante la percepción primero, el uso de la memoria después, y finalmente el análisis crítico correspondiente. Este proceso contribuye a la formación de lo que básicamente se conoce como el establecimiento de la opinión.
Es obvio que para que haya una percepción de calidad, es preciso mantener los sentidos en condiciones óptimas de sensibilidad con el fin de que estén bien alertas. En cuanto a la memoria, hay que actualizarla sistemática y regularmente, como se renovaría una biblioteca, incorporando conocimientos recientes y técnicas nuevas, amén de ejercitar, mediante el estudio constante, el mecanismo químico-biológico para la búsqueda mental, a través de consultas frecuentes, con lo cual se produciría una ágil y fluida consulta de la memoria. Finalmente, en lo referente al análisis, obsérvese que este se realiza merced a la comparación, más o menos inteligente, que se hace de acuerdo a la calidad de percepción sensorial, primero; a los conocimientos teóricos que uno haya acumulado en su memoria, segundo; y, a las experiencias prácticas que uno haya vivido, tercero. Con el cumplimiento de estas tres etapas, el proceso parecería completo siempre y cuando la emoción no estuviera presente, condicionando la actitud general de la mente y ocasionando, a menudo, alteración en la percepción, interferencia en la memoria y tergiversación en el análisis. Consecuentemente, para aquel que busca la objetividad o una razón superior, se hace indispensable, antes que nada, un control cada vez más efectivo de la emoción, con el fin de eliminar el mayor numero de interferencias posibles.
Para evitar que cualquier influencia emocional interfiera en alguna de las tres etapas a las que aludí anteriormente, es preciso desarrollar una actitud de amor y de paciencia hacia el interlocutor o situación de turno, durante todo el proceso que dure la interacción. Porque cuando no se contempla debidamente la dimensión del amor, promoviendo una actitud de bondad y de condescendencia hacia la otra parte, el juicio resulta inadecuado porque el amor “acerca” las posiciones y así, uno es capaz de acercarse más fácilmente a la perspectiva ajena o de lo observado para ser más objetivo, constructivo y realista.
A menudo, es menester dudar de la razón de uno mismo y optar por una actitud nueva de mente y de corazón. Actitud de apertura, lo más amplia posible basada en el entendimiento de las limitaciones de la propia razón humana, la cual es circunstancial, personal y subjetiva. Alguien dijo que lo que la razón ha hecho, la misma razón lo puede deshacer, porque está sujeta al pensamiento y este es evolutivo. Por otra parte, la verdad no tiene morada o status fijo y a ella no se llega porque es cosa dinámica, viviente y por ende sujeta a cambio permanente. Nuestra razón ha de abrirse más y más a la verdad universal, global o unitaria, la cual sabemos de antemano, es infinitamente superior a la capacidad mental individual adquirida hasta el presente.
Para que la razón del individuo alcance cierta proyección social, es preciso que su opinión esté educada por hechos reales confirmados y por razones de peso, sin ataduras o prejuicios emocionales. A modo de ilustración, diré que cuando observamos a dos personas bien educadas intercambiar puntos de vista, a veces incluso opuestos, notamos como lo hacen con delicadeza, gracia, respeto, elegancia, sabiduría y tacto. Cada cual, en su tiempo, esgrime sus razones mientras que el interlocutor de turno escucha atenta y respetuosamente. Este tipo de interacción civilizada, conduce a que ambos, usando perspectivas distintas, alcancen la meta que los dos se proponen, la cual mediante el intercambio de información veraz, lleva a un mayor grado de iluminación, en relación con el tema en debate. Es obvio que así, cada parte se enriquece con la perspectiva ajena, dejando a un lado orgullos necios, evitando que los argumentos se conviertan en asuntos personales, manteniéndolos en la dimensión conceptual y no en la emocional.
Con el fin de puntualizar algo que me luce crucial en el entendimiento de la divinidad por parte de la razón humana, quisiera proyectarla en pos de la búsqueda de la razón suprema de יהוה Dios bendito. Para las religiones tradicionales, incluido el judaísmo rabínico, יהוה Dios viene a ser el misterio supremo, más que la razón suprema. De ahí que surjan movimientos como la Cábala, el Sufismo, los Carismáticos, etc… los cuales, contemplan el auténtico y más elevado acercamiento a la divinidad, bajo el prisma subjetivo-emocional (fe) y no bajo el objetivo-racional (verdad). Por ejemplo, en Proverbios 3, vs 19-20 está dicho: “…יְֽהֹוָ֗ה בְּחׇכְמָ֥ה יָסַד־אָ֑רֶץ כּוֹנֵ֥ן שָׁ֝מַ֗יִם בִּתְבוּנָֽה o “…Con sabiduría fundó Dios la tierra y con inteligencia afirmó los cielos…”. y en Cap 4, vs 5, dice: “…קְנֵ֣ה חׇ֭כְמָה קְנֵ֣ה בִינָ֑ה o “…adquiere sabiduría, adquiere inteligencia…”. De hecho, la evolución histórica ha demostrado que el mito y el misterio dejan de existir cuando la razón los explica. En otras palabras, el misterio, a mi entender, es la imagen intuitiva y emocional, estrafalaria, formada con relación a algo que la razón aún no ha podido dilucidar. La razón suprema, en cambio, es el conocimiento cabal y verdadero. En consecuencia, pienso que la razón superior humana o razón educada, lleva al acercamiento real y verdadero de יהוה Dios. No así el acercamiento dogmático y místico basado en estados emocionales, fantasías e ilusiones proyectadas por la mente humana sujeta a frenesí extático. No hay duda de que la verdad tiene su dignidad, nobleza y luz propias, la cual ilumina y educa al humano y lo entrena para el entendimiento de incógnitas superiores trascendiendo los límites de su individualidad para proyectarse en verdades colectivas y universales. La fe, en cambio, desafortunadamente, tiende a sepultar la razón humana en las profundidades caprichosas de la emoción, en un mar de subjetivismo fantasioso, dogmático, fragmentario, egocéntrico, carismático, supersticioso, ritualista, mítico y misterioso, lo cual lo aleja de la razón suprema del Dios vivo y verdadero.
Levítico 19, vs18:
לֹֽא־תִקֹּ֤ם וְלֹֽא־תִטֹּר֙ אֶת־בְּנֵ֣י עַמֶּ֔ךָ
o “…No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo…”: La venganza es la satisfacción del aspecto emocional del individuo mientras que la justicia es la restauración del equilibrio moral social. El rencor tiende a perpetuar el estado emocional mientras que la razón tiende a liberar al individuo de la emoción y a hacerlo más objetivo y sensible a la postura ajena.
IRA Y VENGANZA
La ira y la venganza son el resultado de una actitud más apasionada que razonable. Dar rienda suelta a las emociones es perjudicial porque hace al individuo reaccionar radicalmente en vez de actuar serena y moderadamente. La triste consecuencia de esta actitud emocional, en la mayoría de los casos, lleva a que, tarde o temprano, el individuo se arrepienta por haber actuado impulsivamente. Tristemente, en algunos casos, el mal hecho ya no se puede rectificar.
¿Cómo hacer para prevenir que la ira y la venganza prevalezcan? El entendimiento cabal, mediante razonamiento, de lo que la ira y el deseo de venganza son y representan, hace que el individuo pueda recapacitar, incluso cuando alguien haya obrado deliberadamente mal en contra de uno, porque, pensándolo bien, el error ajeno no debería de condicionar la actitud de un ser verdaderamente intelectual, el cual, entiende que él también, a veces, se equivoca y hiere a los demás, queriendo y sin querer. En otras palabras, odiar el mal no significa desarrollar odio ni ira hacia la persona que obró irresponsablemente porque hay que separar al individuo de su actitud. Es esperanzador y justo pensar pues, que una actitud equivocada o cruel, a veces, puede educarse. De esta manera, en vez de reaccionar ante la mala acción, se debe de actuar sobre la causa que la produjo, es decir, en la psiquis humana. Por ejemplo, si se consiguiera hacer entender al trasgresor su inapropiado e injusto proceder, habríamos cooperado, posiblemente, a vencer futuras actitudes ofensivas similares. Si no se pudiera hacer razonar al trasgresor, yo aconsejaría paciencia ya que, quizás, con el tiempo, este pudiera ver lo que hoy no ve por falta de madurez. En cambio, si la situación fuera peligrosa y amenazara ser violenta, a mi juicio, el recurso a la violencia resultaría justificado, es decir, después de haber uno fracasado en el intento noble de disuasión, y ante el peligro o amenaza a la integridad física de uno, no existe otro medio mas que el de tratar al trasgresor con los métodos necesarios para defenderse, aunque con el mínimo de crueldad posible.
De ningún modo se trata de ofrecer la otra mejilla, como predican los Evangelios. Hay que protegerse uno y proteger a la sociedad, primero, y darle cierta oportunidad al trasgresor no violento para que se aconseje, segundo. Hay que realizar que la justicia, la ley y el orden son absolutamente necesarios para que una sociedad se desarrolle adecuadamente. No hay lugar para la ira y la venganza sino para la justicia con el fin de proteger a la sociedad.
Pienso que en muchos casos de ira espontánea por simples desavenencias o incompatibilidad de caracteres, un corazón bondadoso y sabio, pudiera hacer que el iracundo se aconsejara, si es que él, en el fondo, tiene algo de persona honorable y justa. Tengo la convicción de que muchos individuos no desean actuar injustamente. En la mayoría de los casos, son victimas del medio ambiente mediocre e impulsivo en el cual se desarrollaron y merecen la oportunidad de ser re-educados, si es posible, a condición de que ellos pusieran mucho de su parte. Un ejemplo de bondad, sabiduría y perdón pudiera representar la semilla, la cual, pudiera convertirse, en su debido tiempo, en el amanecer de un nuevo día para el trasgresor, en beneficio de él y de la sociedad.
Levítico 19, vs18:
וְאָֽהַבְתָּ֥ לְרֵעֲךָ֖ כָּמ֑וֹךָ
o “…y amarás a tu prójimo como a ti mismo…”: Los individuos que han descubierto la trascendencia espiritual se dan cuenta de que todo está unido y de que no existe nada fuera porque todo vive en Dios y Dios se encuentra en uno, no afuera. La fragmentación en la cual vive la humanidad hoy es producto del egoísmo, de la ignorancia y del miedo, no del amor. El amor une todos los cabos sueltos. Para amar al prójimo, es preciso amarse a sí mismo primero para luego amar al prójimo. Sin la aceptación de uno mismo, tal y como se es primero, para luego mejorar, no puede haber aceptación ni amor hacia los demás. La idea de que todos somos iguales a los ojos de nuestro Santo Creador, debería de darnos a entender de que, como hijos legítimos suyos, no sería justo que existiera incompatibilidad entre los humanos en virtud de raza, religión, color, edad, género o cualquier otra particularidad genética heredada. En cuanto al “malo”, lo propio es aborrecer el mal que hace y no a él personalmente porque él se puede regenerar cuando realice algún día de que lo que hace no es correcto. Por eso está escrito en Salmos: אוהבי יהוה שנאו רע o “…Los que aman a Dios odian el mal…” no al malo.
¿FUERON NECESARIAS LAS GUERRAS?
Tristemente, la historia contesta con un rotundo sí. El ser humano ha tenido que matar para sobrevivir, ya sean plantas, animales o personas. Sin embargo, existe algo dentro de él que lo lleva a pensar que se podía y se debía de evitar, al máximo posible, todo lo que pudiera significar muerte, aún a sabiendas de que sin la muerte, aparentemente, no puede haber renovación en el continuo ciclo universal, en el sentido de nacer, crecer y morir. En el ámbito interpersonal, espiritualmente hablando, debe de haber alguna forma por la cual podamos ventilar nuestras diferencias, en forma de intereses o creencias, sin la necesidad de tener que recurrir al extremo de violentarnos y de matarnos los unos a los otros. En esencia, pienso que la falta de renovación interna, adaptación e integración universal más armoniosa, genera violencia, guerra y muerte ya sea en el plano económico, religioso, o político, individual o social.
El recurso a la violencia y a la guerra, originado por el instinto de supervivencia, parece ser una reacción animal, primitiva, y emocional, la cual hay que templar, más y más, mediante el uso de la razón bien calibrada. Para ello, sería preciso entender que los derechos de los demás deberían de ser tan sagrados como los nuestros propios. Esto, aunque parezca utópico, no lo es. En la Biblia יהוה Dios bendito instó a: “…וְאָֽהַבְתָּ֥ לְרֵעֲךָ֖ כָּמ֑וֹךָ …Amar al prójimo como a sí mismo…”, es decir, a aprender a amarnos a nosotros mismos primero y luego a aprender a amar al prójimo. Según estadísticas recientes, la mayoría de la gente se rechaza o se odia a sí mismo más que se acepta o se ama, es decir, se siente individualmente y socialmente frustrada más que realizada. Si el lector se preguntara: ¿y por qué es necesario amar al prójimo como a uno mismo? La respuesta es bien sencilla, porque, como humanidad que somos, nuestro interés personal forma parte integrante del objetivo en común, es decir, la humanidad es una y si el barco se hundiera, nos ahogaríamos todos. Además, hay que desarrollar la sabiduría para entender que la diversidad en la interrelación hace posible una calidad de existencia superior. En otras palabras, el ser humano tiene que empezar a ver en el prójimo, el complemento de lo que le falta a él, no como a un adversario, es decir, debemos de aprender a reconocer que nuestra vida, sin la contribución social o ajena, sería del todo imposible en el mundo de hoy, el cual, por su propia naturaleza, reclama a grandes voces, por una mayor integración unitaria o cósmica. Los medios de comunicación social y la demografía han hecho del mundo actual un lugar cada vez más pequeño y los problemas que aquejan a otros, por distantes que vivan, nos afectan también, directa o indirectamente, porque vivimos en un mundo de intercambio comercial y de interrelación. Estamos en la alborada de la era en la cual empezamos a percatarnos de la realidad del nuevo orden universal existente (unificación espiritual, no religiosa, bien entendida y practicada).
Es obvio que el humano debe de aprender a vivir en la dimensión de la proyección en los que le rodean, es decir, para poder vivir una vida espiritual sana, hay que concluir que, el dar, a veces, es tan importante como el recibir. Tomemos el ejemplo mismo de יהוה Dios bendito, cuando creó el universo, en el cual Él proyectó su bondad y excelencia en todo lo que hizo. יהוה Dios siente felicidad en la proyección porque en ella hay amor, es decir, cuando vemos a nuestros seres queridos felices, deberíamos de sentirnos felices nosotros también, en vez de celarnos egoístamente de su felicidad y de su éxito. La unión, bien entendida, es decir, con amor y proyección en los demás, es vida de mayor complejidad y calidad. La desunión o violencia y guerra es consecuencia del egoísmo y conduce inevitablemente a una vida de Calidad inferior, donde hay aislamiento, conflicto, confrontación, destrucción y muerte.
Hay que entender que la guerra, es el resultado directo de otros tipos de guerras, personales e interpersonales, no abiertamente declaradas pero que existen entre el individuo y su propia conciencia, entre el marido y la mujer, entre la suegra y la nuera, entre hijos y padres, entre ciudadanos de este grupo o religión y ciudadanos de otros grupos religiosos, etc. Es importante que aprendamos a vivir en el espíritu de justicia y de amor, superando los obstáculos que presentan la diversidad de opiniones. Estos son oportunidades disfrazadas porque las diferencias son muy necesarias para el enriquecimiento individual y social.
Finalmente, diré que la comprensión de todo ello hace que uno pueda vivir con נחת רוח o “paz interior” en vez de reaccionar al miedo, aunque se tenga que luchar todos los días, tenaz y arduamente, contra elementos internos y externos. No me cabe duda de que, de esta filosofía, surgirá una actitud más intelectual y civilizada, la cual, un día, hará posible un mundo sin guerras tan devastadoras como la segunda guerra mundial y que יהוה Dios bendito nos libre de una futura guerra, en la cual se usarían posiblemente armamentos nucleares, químicos y bacteriológicos. Todo este poder de destrucción masiva nos enseña que el camino del egoísmo conduce hacia la violencia y hacia la muerte segura, como individuos y como humanidad. En definitiva, para escapar a un triste final de proporciones apocalípticas, el humano tendrá que desarrollar, cuanto antes, la identidad humana cósmica que lo integre armoniosamente al universo, en vez de que lo excluya de él. Para ello, es preciso llegar a amarse a sí mismo; a amar a יהוה Dios por encima de todas las cosas; a amar al prójimo; a amar a los animales, a las plantas, a los ríos, a las montañas, etc., es decir, a todo lo que es y representa este universo tuyo y mío, nuestra casa, en la cual todos deberíamos de ser bienvenidos porque nadie sobra en ella. Todos tenemos méritos para estar aquí y ahora porque יהוה Dios bendito nos dio este derecho al nacer o en el momento de la concepción, y al reconocer este derecho, respetaremos el nuestro propio y haremos obsoleta la guerra para siempre, como está escrito en los profetas de Israel: “…En aquel día, convertirán sus espadas en arados y no aprenderán mas las artes marciales para ir a la guerra…”
Desafortunadamente, la espiritualidad mal interpretada y practicada, es decir, la religión, ha fraguado mucha de la división existente. La tradición, los dogmas y la superstición han esclavizado y condenado al humano simple y corriente. Incluso, pudiéramos decir que muchísimas guerras fueron originadas o sustentadas merced a motivaciones que respondían al poco amor y, por ende, a la poca tolerancia de la fe religiosa. Pienso que ya ha llegado la hora del despertar y de dar la espalda no a esta o a la otra religión, sino a todas ellas, porque, en esencia, están completamente equivocadas al fragmentar por la fe más que a unir por la verdad. En otras palabras, conceptualmente, están equivocadas al pretender ofrecer como verdad “total” a lo que ellas son y representan, es decir, a un determinado acercamiento a יהוה Dios o a una parte del todo que existe en este universo. Esta creencia fragmentaria genera una actitud tendente a excluir por (fe) arrogancia y miedo, más que a incluir por sabiduría, humildad y amor; a la intransigencia más que a la tolerancia y entendimiento de las diferencias entre mortales, la cual tiende a la perpetuación del conflicto más que a la consecución de la paz mediante la verdad y la justicia.
Levítico 19, vs19:
כִּלְאָ֑יִם
o “…híbrido o mezclado…”: Es preciso que se conserve cada especie y cada cosa creada por Dios de manera a que se distinga de las demás, en virtud de sus peculiares características. Las mezclas corrompen la identidad de los elementos envueltos. Por ejemplo: Una mezcla de vino y de agua produce un resultado que no es ni vino ni agua porque cada elemento comprometió su identidad al ser mezclado. Este es un principio de santidad y de separación que hay que considerar para que todo sobreviva sin comprometer su identidad o esencia. En otras palabras, evolución dentro de los límites de la propia especie sin mezclarse con otras especies.
Levítico 19, vs 23:
וַעֲרַלְתֶּ֥ם עׇרְלָת֖וֹ אֶת־פִּרְי֑וֹ שָׁלֹ֣שׁ שָׁנִ֗ים יִהְיֶ֥ה לָכֶ֛ם עֲרֵלִ֖ים לֹ֥א יֵאָכֵֽל
o “…y circuncidaréis sus frutos; durante tres años serán a ustedes incircuncisos; no serán comidos…”: Tres años se ha de dejar la fruta en los árboles sin poderla comer. Es obvio que el árbol se consolida al alimentarse de las vitaminas que produce la fruta al caerse y descomponerse. El término circunciso significa: Espiritualmente apto manteniendo siempre el espíritu por encima de la materia y no al revés.
Levítico 19, vs 24:
וּבַשָּׁנָה֙ הָרְבִיעִ֔ת יִהְיֶ֖ה כׇּל־פִּרְי֑וֹ קֹ֥דֶשׁ הִלּוּלִ֖ים לַיהֹוָֽה
o “…Y en el año cuarto será su fruto santo para alabanzas a Jehová…”: Es decir, estas son las primicias que habían de ofrecerse en Jerusalén en las tres peregrinaciones anuales: פּסח, סוכת, ושבועות La Pascua, la fiesta de las cabañas y la fiesta de las semanas o de la cosecha de las primicias. Las primicias habían de ser ofrecidas a Dios porque obedece a la verdad universal, es decir, primero Dios y luego el humano.
Levítico 19, vs 25:
וּבַשָּׁנָ֣ה הַחֲמִישִׁ֗ת תֹּֽאכְלוּ֙ אֶת־פִּרְי֔וֹ לְהוֹסִ֥יף לָכֶ֖ם תְּבוּאָת֑וֹ
o “…y en el año quinto comerán de su fruto para que se añada a ustedes su producción…”: Según la Biblia, al estar circuncidado el árbol va a incrementar su producción. Es preciso entender que todo ha de tener su vertiente espiritual, incluidos los árboles, los cuales producen frutos. El ciclo es más completo porque contempla todo el espectro de la existencia tanto en el ámbito material como en el espiritual, en cuyo caso, Dios otorga su bendición.
Levítico 19, vs 26:
לֹ֥א תְנַחֲשׁ֖וּ וְלֹ֥א תְעוֹנֵֽנוּ
“…No seáis agoreros ni adivinos…”: Los que practican la magia y el encantamiento confunden a las masas porque hay engaño en mucho de lo que hacen. La verdad con amor es lo que la Biblia recomienda que se difunda, no la confusión ni el engaño con fines comerciales.
Levítico 19, vs 27:
לֹ֣א תַקִּ֔פוּ פְּאַ֖ת רֹאשְׁכֶ֑ם וְלֹ֣א תַשְׁחִ֔ית אֵ֖ת פְּאַ֥ת זְקָנֶֽךָ
o “…No recortéis las extremidades de vuestro cabello ni las extremidades de la barba…”: Tanto el cabello como la barba habían de ser dejados al capricho de la naturaleza sin interferencia humana. De esta manera no se permitía ningún tipo de labor estética en la cara del varón. Esto le hacía lucir más viril y masculino. Tengamos en cuenta que la mujer posee más belleza física que el hombre. El deseo del varón de lucir bonito físicamente, a la usanza femenina, es decir, liberándose de los pelos refuerza la tendencia homosexual, ya que disminuye las características naturales propias de su género y las hace más comunes (unisex).
Levítico 19, vs 28:
וְשֶׂ֣רֶט לָנֶ֗פֶשׁ לֹ֤א תִתְּנוּ֙ בִּבְשַׂרְכֶ֔ם
o “…Y rasguño, por motivo de muerte, no daréis a vuestra piel…”: Era costumbre en la cultura Semítica el rasgarse, no sólo las ropas sino el rostro y los brazos en presencia del cadáver, como señal de luto. Israel no estaba autorizado a hacer esto porque el cuerpo es solamente el receptáculo del espíritu, no la esencia, la cual es puramente espiritual, hecha a imagen y semejanza del Creador. El alma, al morir, deja al cuerpo y vuelve a Dios en la dimensión espiritual. La muerte no luce ser el fin de la existencia sino el fin de la individualidad en aras de la integración en la unidad espiritual de Dios.
Levítico 19, vs 28:
וּכְתֹ֣בֶת קַֽעֲקַ֔ע לֹ֥א תִתְּנ֖וּ בָּכֶ֑ם
o “…y no imprimir ninguna marca en ustedes…”: Mientras el espíritu se encuentra ligado al cuerpo, este es santo y no se debe de hacer señal o tatuaje alguno en él porque no es materia sola sino materia con espíritu de vida en ella.
Levítico 19, vs 29:
אַל־תְּחַלֵּ֥ל אֶֽת־בִּתְּךָ֖ לְהַזְנוֹתָ֑הּ וְלֹא־תִזְנֶ֣ה הָאָ֔רֶץ וּמָלְאָ֥ה הָאָ֖רֶץ זִמָּֽה
o “…No contaminarás a tu hija haciéndola fornicar y no fornique la tierra para que no se llene de maldad…”: El vender el cuerpo por dinero conlleva que el espíritu también decaiga, en virtud de subyugar el espíritu a la materia. El sexo, como instrumento de la procreación, ha de estar circunscrito dentro de la santidad del matrimonio y del núcleo familiar. El cuerpo no se puede vender porque encierra el alma. Cuando se le priva de dignidad a las personas sucede que la tierra se llena de maldad y de violencia.
Levítico 19, vs 30:
אֶת־שַׁבְּתֹתַ֣י תִּשְׁמֹ֔רוּ
o “…Mis Sábados guardaréis…”: Por Sábados se entiende los días festivos que Dios decretó en la Biblia. La función de estos días es la de enfatizar el aspecto espiritual de la existencia para la expansión de la conciencia. Significa tiempo dedicado a la calidad de existencia y a la unión familiar.
Levítico 19, vs 30:
וּמִקְדָּשִׁ֖י תִּירָ֑אוּ
o “…Y Mi santuario tendréis en reverencia…”: El santuario era el símbolo de la cercanía de la divina presencia, consecuentemente, era de temer porque Dios les había dicho que en un momento pudiera consumirlos a todos, en virtud de Su Santa Presencia, la cual requería de suma responsabilidad y de gran dedicación. El pueblo de Israel debía de aprender a ser consciente de la divina presencia en todos sus pensamientos y acciones. De ninguna manera podían actuar libre e irresponsablemente como sucede con las naciones incircuncisas gentiles.
Levítico 19, vs 31:
אַל־תִּפְנ֤וּ אֶל־הָאֹבֹת֙ וְאֶל־הַיִּדְּעֹנִ֔ים אַל־תְּבַקְשׁ֖וּ לְטׇמְאָ֣ה בָהֶ֑ם
o “…No os volváis a fantasmas ni a espíritus familiares; no los consultéis para contaminaros con ellos…”: Estas prácticas extrañas confunden más que otra cosa porque le introducen al individuo en un mundo sin formas ni lógica y se presta al engaño y a la charlatanería con fines comerciales.
Levítico 19, vs 32:
מִפְּנֵ֤י שֵׂיבָה֙ תָּק֔וּם וְהָדַרְתָּ֖ פְּנֵ֣י זָקֵ֑ן
o “…delante de la vejez te levantarás y respetarás el rostro del anciano…”: Los ancianos representaban en Israel una fuerza moral la cual no era fácil de corromper porque defendían la moralidad más que ningún otro grupo de edad ya que no estaban tan comprometidos con el aspecto material de la vida de todos los días, en virtud de la percepción de la cercanía del día de su muerte. Hoy, las cosas han cambiado y los ancianos en puestos de poder se corrompen tanto o más que los jóvenes porque se rompió el equilibrio espíritu-materia en beneficio de lo material en vez de lo espiritual.
Levítico 19, vs 33:
וְכִֽי־יָג֧וּר אִתְּךָ֛ גֵּ֖ר בְּאַרְצְכֶ֑ם לֹ֥א תוֹנ֖וּ אֹתֽוֹ
o “…y si viviera contigo un extranjero en vuestras tierras, no le oprimiréis…: El gentil como el israelita debían de ser tratados con la misma consideración porque ambos pertenecen a una misma humanidad. La descendencia de Abrahán debía de dar ejemplo de generosidad, de amor, de hospitalidad y de virtud, en general. Este es el rol de Israel en el mundo cuando Dios le pidió que fuera: “…un reino de sacerdotes y una nación santa…”, el de servir a la humanidad para que el amor y la justicia imperen en este mundo de Dios.
Levítico 19, vs 34:
וְאָהַבְתָּ֥ לוֹ֙ כָּמ֔וֹךָ
o “…y lo amarás como a ti mismo…”: Al extranjero que mora en Israel se le tiene que respetar y amar como al ciudadano judío. Las mismas leyes aplican porque todos somos descendientes de Adán y Eva y el judío, más que privilegios, lo que tiene es la responsabilidad de hablar la verdad de las cosas con amor y de ser humilde porque Moisés, el gran maestro de Israel, fue escogido por Dios particularmente por su gran humildad y conciencia de servicio a Dios y al prójimo.
LA CONFRONTACIÓN Y LA COOPERACIÓN
Vamos a tratar de definir que es confrontación y que es cooperación en un mundo civilizado. La confrontación parece ser una reacción o consecuencia a cierto estado en el cual uno percibe, intelectualmente hablando, algo que lo motiva a cierta acción en oposición a otra acción; en otras palabras, dos voluntades encontradas, aparentemente contrapuestas y conflictivas entre sí, en un mismo escenario de acción. En cambio, la cooperación luce, como una reacción a cierta situación que lo motiva a uno a la acción concertada; dicho de otro modo, el deseo de adherirse a una idea que uno estima edificante y de la cual uno quisiera convertirse en parte activa y participativa, motivado ya sea por convicción personal o por sumisión servil.
A priori, parece a todas luces obvio que la cooperación fuera mejor que la confrontación; sin embargo, tanto la una como la otra tienen su razón de ser y, bien entendidas, son ambas necesarias, cada cual en su tiempo y en su lugar; me explico: A raíz de cualquier argumento o discusión, cuando uno piensa, con honestidad intelectual y bien educada, que le asiste la razón, la reacción confrontante luce ser la adecuada porque tiende a poner a prueba la autenticidad de la idea diferente u opuesta que está confrontando. Sin embargo, cuando la reacción confrontante está fundamentada en bases, de algún modo, egoístas, tradicionales, caprichosas o emocionales, intelectualmente, está fuera de lugar. Algo parecido sucede con la reacción cooperativista cuando ésta proviene de un estado de subordinación servil o incondicional, debido a la carencia de un punto de vista personal, con lo cual el sujeto tiende a someterse mansamente a la voluntad ajena sin presentar el contraste de ideas necesario para testar y retar la veracidad de la posición a la cual decide someterse servilmente.
Que duda cabe de que, en muchísimos casos, la unión hace la fuerza y de que dos fuerzas constructivas y positivas son mejores que una sola; sin embargo, el éxito de cualquier idea finalmente aceptada, reside en la armonía de una acción concertada para su implementación y no en la división permanente, después de cumplido el plazo razonable para la discusión o contraste de ideas. Pensemos que el contraste de ideas es sano, aunque, en fase de pensamiento y de argumentación, no a nivel de implementación de lo comúnmente concertado ya. Es imperativo que la acción ideal y constructiva, en su fase de implementación, requiera de armonía y cooperación más que de confrontación porque, de todas formas, una idea incorrecta producirá resultados indeseables en el campo de la acción porque precisamente, en esta fase de implementación, es donde de verdad se manifiesta de manera evidente su acierto o su error.
En definitiva, la idea correcta dentro del marco ideal de la acción concertada debe de producir el resultado deseado. La idea, como el árbol, se juzga por la belleza que representa, por el fruto diferente que ofrece, por la sombra que da y por todos los demás beneficios que generosamente produce en aras del bienestar individual y colectivo. Por el contrario, la idea incorrecta, dentro de este mismo marco de cooperación en la implementación, producirá la evidencia adversa que aconsejará la reconsideración de esa idea comúnmente aceptada, en aras de producir el resultado ideal. Pensemos que, aunque la mayoría sea la que decide, no tiene necesariamente por que ser la más correcta, como reza en la תורה o Biblia:”…No seguirás a la mayoría (simplemente por ser mayoría), para errar…”.
Finalmente diré que la cooperación es la que nos llevará al mundo del futuro donde cada cual, civilizada y ordenadamente, participará, en su capacidad, de la solución final. La confrontación, sin embargo, cuando está atada al ego, conduce al conflicto permanente.
Levítico 19, vs 34:
כִּֽי־גֵרִ֥ים הֱיִיתֶ֖ם בְּאֶ֣רֶץ מִצְרָ֑יִם
o “…porque extranjeros fuisteis en tierra de Egipto…”: Israel experimentó los rigores de sentirse extranjero y por eso ha de tratar a los extranjeros con mucha consideración y no como hicieron los egipcios con Israel, cuando Dios los sacó de allí con poder fuerte y con brazo extendido. De hecho, el que sufrió de una mala experiencia está en medida de ser sensible a su experiencia y de no permitir que se repita eso mismo en otro ser. Los que dicen: “…Porque se portaron mal conmigo, yo me voy a portar mal con los demás también…”, permiten que se perpetúe el mal al satisfacer su deseo de venganza social. Al contrario, hay que obrar bien para contribuir a erradicar la injusticia en la tierra.
EL ESTRÉS
De acuerdo a estudios muy recientes en este campo, el estrés no tiene por que ser nocivo, hasta el punto de que sea menester evitarlo. La actitud ante el estrés es la que no suele ser, a menudo, la más apropiada, creando un estado de desequilibro emocional interno alimentado por una psiquis en desorden. El estrés bien entendido es una oportunidad buena para probar la capacidad de creatividad y de adaptación a una situación nueva de orden superior, lo cual expandiría los límites actuales de la mente. Es importante realizar que, en este sentido, el orden primario a conquistar es el interno para luego proyectarse en el externo. Finalmente, diré que la terapia moderna, desafortunadamente, aún trata con los efectos (drogas) del estrés y no con sus causas (medicina preventiva).
Cualquier situación, más o menos normal, reclama de nosotros una actitud “conocida” o aceptada por la mente; sin embargo, una situación de estrés exige más que eso, es decir, nos empuja mas allá de lo que consideramos son nuestros límites regulares. No cabe duda de que sin el estrés, el humano viviría en la dimensión de la confortabilidad y conformidad o en lo “conocido” y pocas veces se atrevería a aventurarse en pos de lo “desconocido”. Hay que entender que lo que llamamos crecer o adquirir madurez es precisamente esto, es decir, enfrentarse a veces a lo desconocido y tener éxito en ello. Desgraciadamente, la mayoría de la masa mediocre humana viviría feliz y contenta toda la vida bajo la tutela de los progenitores, en actitud de sumisión y dependencia, aceptando sus tradiciones, sus costumbres y haciéndolas suyas, es decir, vivir en la dimensión del ayer o en la rutina. Sin embargo, sus padres tuvieron también que enfrentarse a lo nuevo en su tiempo y alterar el pasado de sus padres; de esta manera consiguió la humanidad alcanzar nuevas metas y logros a la vista de todo el que se quiera dar por enterado. Por ejemplo, ¿Cuántas enfermedades o epidemias mortales de ayer hoy son curables? ¿A qué debemos estos adelantos, no son a las mentes que rompieron, de algún modo, con la tradición o con lo conocido y se aventuraron sin temor, con renovado tesón, después de algunos fracasos, y finalmente con éxito, ante lo desconocido?
Es obvio que el estrés reclama un orden interno superior. Generalmente, el humano común y corriente, subestima la capacidad de su cerebro y por eso sucumbe ante sus miedos o emociones, es decir, no sabe valorar el potencial que יהוה Dios bendito puso dentro de todos y cada uno de los humanos, cuando nos hizo a Su imagen y semejanza. Albert Einstein, el famoso físico nuclear, descubridor de la teoría de la relatividad, dijo que solo usábamos un 3% de nuestra capacidad mental; si Einstein está algo correcto, imagínese el lector todo lo que podemos hacer y no lo sabemos, ni creemos en ello. Por eso, es preciso encarar una situación de estrés con positivismo y optimismo, seguridad y confianza. Debemos de saber ver lo nuevo o desconocido como una oportunidad y no como un problema. De hecho, los humanos fuimos concebidos como seres racionales para enfrentarnos a lo nuevo o desconocido y tener éxito haciendo que la razón o el espíritu prime sobre la emoción o el instinto animal (miedo a lo desconocido).
Finalmente diré que la terapia moderna más extendida, tiende a contrarrestar los efectos del estrés mediante químicos o de forma natural obrando una relajación muscular, respiración controlada, etc… Sin embargo, yo creo que lo que hace esta terapia es tratar con la consecuencia o el efecto en vez de entender y contrarrestar su causa, la cual reside en la actitud deficiente ante el estrés debido a nuestros temores. No tengo duda de que educando y corrigiendo la actitud, eliminaremos los efectos negativos del estrés, aceptando lo positivo del reto, en aras de un orden muy superior en nuestra vida, es decir, de un mayor control sobre nuestra existencia y por ende de un mayor grado de felicidad.
Levítico 19, vs 35:
לֹא־תַעֲשׂ֥וּ עָ֖וֶל בַּמִּשְׁפָּ֑ט בַּמִּדָּ֕ה בַּמִּשְׁקָ֖ל וּבַמְּשׂוּרָֽה
o “…no hagáis engaño en el juicio, en la cantidad, en el peso y en la medida…”: Hay que implementar la justicia si queremos un mundo en armonía y pacifico. Precisamente, a causa del engaño y de la mentira en muchos ordenes se crean situaciones de violencia y se producen guerras.
EL EQUILIBRIO ENTRE EL MEDIO Y EL FIN
¿El medio justifica el fin, o el fin justifica el medio? El medio parece estar relacionado con la forma o el proceso y el fin con la esencia o el resultado, es decir, el medio que usamos es el instrumento que empleamos para conseguir algo y el fin que perseguimos es la transformación real que se produce merced al resultado obtenido. Todo parece indicar que el resultado luce ser lo más importante ya que la transformación es lo que queda y el medio usado, generalmente, pasa a un segundo plano o simple y llanamente cae en el olvido. Por ejemplo, no se le suele dar demasiada importancia a los medios que usaron los vencedores en las guerras, sin embargo, el resultado, es decir, la victoria, queda históricamente bien registrada, no sólo en la dimensión histórica sino en la práctica también.
El medio usado, cuando concierne a las relaciones interpersonales, reclama cierta medida de compasión חסד y el fin parece medirse más bien con la verdad o אמת Por ejemplo, en el juicio, ensañarse contra el criminal parece un medio carente de compasión, ya que se debería de entender que, a pesar de su trasgresión, es a otro ser humano, como nosotros, al que vamos a castigar salvajemente. Por otro lado, sancionar adecuadamente al trasgresor es un fin absolutamente necesario para poder preservar el orden moral social. En este sentido, la justicia justa parece ser el mecanismo armonizador de ambos, medio y fin. Viéndolo bien, en justicia, cierta comedida compasión es necesaria porque, de alguna manera, el trasgresor no fue 100% auto-formado sino que, en gran medida, la sociedad, con sus pobres valores, influyó en su inadecuado desarrollo, por eso, es más justo constatar, en el ejercicio que todo sujeto hace de su libre albedrío, cierta responsabilidad social o culpa colectiva, por no haber contribuido más a instituir un marco de enseñanza superior, en aras de una sociedad mejor lograda. Sin embargo, lo ineludible parece ser la aplicación de un castigo ejemplar con el fin de que infracciones como estas no proliferen y por otro lado, una revisión casi constante de los patrones morales por los cuales la sociedad se rige para poder adaptarse a las nuevas realidades presentes e influir positivamente sobre los individuos en el presente y en el futuro.
En definitiva, la auténtica justicia debiera contemplar, tanto el medio como el fin, con la debida compasión y verdad, en beneficio del individuo y de la colectividad. El administrar justicia no conlleva nada de venganza. La venganza es la satisfacción de la emoción personal mientras que la justicia es conceptual con miras a velar por el orden moral individual y social.
Levítico 19, vs 35:
אֲנִי֙ יְהֹוָ֣ה אֱלֹֽהֵיכֶ֔ם אֲשֶׁר־הוֹצֵ֥אתִי אֶתְכֶ֖ם מֵאֶ֥רֶץ מִצְרָֽיִם
o “…yo Jehová vuestro Dios que os saqué de la tierra de Egipto…”: La finalidad que persiguió Dios santificando a un pueblo es precisamente para que hiciera justicia y el mundo pudiera vivir en paz. Dios no visitó Egipto para hacer segregación en contra de un pueblo favoreciendo a otro. La finalidad fue la de traer paz al mundo de la mano de la justicia para que Israel sirviera a Dios y a la humanidad en el mundo, como reza acto seguido:
וּשְׁמַרְתֶּ֤ם אֶת־כׇּל־חֻקֹּתַי֙ וְאֶת־כׇּל־מִשְׁפָּטַ֔י וַעֲשִׂיתֶ֖ם אֹתָ֑ם אֲנִ֖י יְהֹוָֽה
o “…y guardaréis todas mis leyes y todos mis juicios los ejecutaréis, Yo Jehová…”. Israel había de ser el pueblo justo porque el mundo necesitaba de un pueblo santo que encarrilara a la humanidad en el sentido correcto. Por ejemplo, mientras todos los pueblos del mundo adoraban a dioses en forma de astros, personas, animales y cosas, Israel estaba llamado a obedecer al Dios espíritu, el cual no se ve siquiera y aunque ahora nos parezca normal, hace 3 milenios, no lucía así. La gente necesitaba ver para creer y a Israel se le pidió que hiciera un esfuerzo extraordinario y bien, bien difícil con el fin de creer en lo que no se ve, es decir, en la dimensión espiritual.
Levítico 19, vs 36:
מֹ֧אזְנֵי צֶ֣דֶק אַבְנֵי־צֶ֗דֶק אֵ֥יפַת צֶ֛דֶק וְהִ֥ין צֶ֖דֶק יִהְיֶ֣ה לָכֶ֑ם אֲנִי֙ יְהֹוָ֣ה אֱלֹֽהֵיכֶ֔ם אֲשֶׁר־הוֹצֵ֥אתִי אֶתְכֶ֖ם מֵאֶ֥רֶץ מִצְרָֽיִם
O “…Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis; Yo Jehová vuestro Dios que os saqué de la tierra de Egipto…”: La justicia permite que el mundo sobreviva en condiciones óptimas de realización. Dios recuerda a Israel como Él los sacó de la tierra de Egipto donde la injusticia imperaba. Dios espera de Israel que sepa apreciar el valor de la justicia dentro del esquema de libertad, tanto en el plano material como en el espiritual.
Levítico 19, vs 37:
וּשְׁמַרְתֶּ֤ם אֶת־כׇּל־חֻקֹּתַי֙ וְאֶת־כׇּל־מִשְׁפָּטַ֔י וַעֲשִׂיתֶ֖ם אֹתָ֑ם אֲנִ֖י יְהֹוָֽה
o “…y guardaréis todas mis leyes y mis juicios y los haréis; Yo Jehová…”: El balance que produce la justicia y el derecho conduce a una existencia más armoniosa y feliz. Las leyes y los juicios de Dios son para una vida de calidad muy superior donde se satisfacen no solamente las necesidades materiales básicas del humano sino las necesidades espirituales también. אֲנִ֖י יְהֹוָֽה o “…Yo Jehová…” significa que la autoridad de Dios es la única autoridad confiable porque todas las demás son autoridades sujetas a voluntades humanas en desarrollo, es decir, a la imperfección y al error porque no pueden abarcar el espectro completo de infinitas posibilidades.
Levítico 20, vs 2:
אֲשֶׁ֨ר יִתֵּ֧ן מִזַּרְע֛וֹ לַמֹּ֖לֶךְ מ֣וֹת יוּמָ֑ת עַ֥ם הָאָ֖רֶץ יִרְגְּמֻ֥הוּ בָאָֽבֶן
o “…que dé de su descendencia a Moloc, morir ha de morir; el pueblo lo apedreará…”: Al falso dios amonita Moloc, le ofrecían sus hijos al fuego con el fin de que ciertas de sus peticiones fueran aceptadas. Infiero que se usaban niños porque estos eran inocentes, sin pecado, para enternecer el corazón del falso dios, producto de la mente humana. Infiero que la prueba a la que Jehová sometió a Abrahán, en función del sacrificio de su hijo Isaac, fue para enfatizar el hecho de que El Dios de Israel no reclama sacrificio de humano sino de animal. Por otro lado, Jehová quería que el humano lo concibiera como Dios personal, Él cual ama y promueve el espíritu de vida y de virtud. El hecho de que el culpable se viera sometido a apedreamiento hasta la muerte, sentaba un precedente muy necesario para que se mantuviera la ley de Dios entre ellos, evitando el que se contaminaran con prácticas gentiles abominables. Hoy, este proceder parece cruel y las leyes prefieren ser más condescendientes en virtud de la expansión de la conciencia humana. Sin embargo, con ello se corre el peligro de que el castigo no erradique el mal de raíz. El pueblo de Israel, por estar la presencia de Dios entre ellos, debía de observar un código de conducta mucho más exigente.
Levítico 20, vs 3:
לְמַ֗עַן טַמֵּא֙ אֶת־מִקְדָּשִׁ֔י וּלְחַלֵּ֖ל אֶת־שֵׁ֥ם קׇדְשִֽׁי
o “…con el fin de contaminar Mi santuario y de profanar Mi Santo Nombre…”: Esta práctica común, propia de algunos pueblos semíticos, consistía en ofrecer niños inocentes en sacrificio al falso dios Moloc para que supuestamente se compadeciera del resto de la sociedad que lo ofrecía. Israel debía de abstenerse de tales radicales prácticas asesinas. De hecho, la experiencia a la que Dios sometió a Abrahán, en el sentido de solicitar el sacrificio de su hijo Isaac, fue para demostrar todo lo contrario, es decir, que Jehová no demanda la muerte y el derramamiento de sangre inocente de niños sino para que el humano viva por sus mandamientos y sus leyes.
Levítico 20, vs 4:
וְאִ֡ם הַעְלֵ֣ם יַעְלִ֩ימֽוּ֩ עַ֨ם הָאָ֜רֶץ
o “…y si ignorar, ignoraran los de pueblo de la tierra…”: Si el pueblo no sancionara tal proceder por resultar indiferente. Tengamos en cuenta que la indiferencia es una forma de acción pasiva. La Biblia no ampara al indiferente ya que no está cumpliendo con su deber ciudadano al inhibirse.
Levítico 20, vs 5:
וְהִכְרַתִּ֨י אֹת֜וֹ וְאֵ֣ת ׀ כׇּל־הַזֹּנִ֣ים אַחֲרָ֗יו לִזְנ֛וֹת אַחֲרֵ֥י הַמֹּ֖לֶךְ מִקֶּ֥רֶב עַמָּֽם
o “…y le cortaré a él y a todos los que se prostituyen detrás de él, fornicando tras Moloc, de entre sus pueblos…”: Aquí vemos como cuando la sociedad castiga al individuo infractor, se evita que Dios castigue a la sociedad entera, porque el mal se generaliza y muchos son los que caen en el pecado.
Levítico 20, vs 6:
וְהַנֶּ֗פֶשׁ אֲשֶׁ֨ר תִּפְנֶ֤ה אֶל־הָֽאֹבֹת֙ וְאֶל־הַיִּדְּעֹנִ֔ים לִזְנֹ֖ת אַחֲרֵיהֶ֑ם
o “…y el alma que se dirigiere a encantadores y a adivinos para corromperse detrás de ellos…”: Las prácticas espiritistas están prohibidas porque confunden grandemente al individuo y lo hacen perderse en un mar de especulaciones y de fantasías producto de la mente humana, en su mayoría, para negocio y no para la búsqueda de la verdad, de la justicia y del amor.
Levítico 20, vs 7:
וְהִ֨תְקַדִּשְׁתֶּ֔ם וִהְיִיתֶ֖ם קְדֹשִׁ֑ים כִּ֛י אֲנִ֥י יְהֹוָ֖ה אֱלֹהֵיכֶֽם
o “…y os santificaréis y seréis santos porque Yo Jehová soy vuestro Dios…”: De entre todos los pueblos de la tierra, Israel es la propiedad espiritual de Dios, es decir, el pueblo con el cual el Dios Santo se identifica con la humanidad. No quiere decir que los judíos seamos más santos que los demás, sino que Dios escogió a Israel para su santo servicio, en virtud del pacto patriarcal. Por santidad se entiende el ejercicio del amor, de la verdad, del juicio y de la justicia.
Levítico 20, vs 8:
וּשְׁמַרְתֶּם֙ אֶת־חֻקֹּתַ֔י וַעֲשִׂיתֶ֖ם אֹתָ֑ם אֲנִ֥י יְהֹוָ֖ה מְקַדִּשְׁכֶֽם
o “…y guardaréis mis estatutos y los haréis, Yo Jehová El que os santifica…”: Por guardar se entiende conocerlos y honrarlos. Dios escogió a Israel y lo santificó, es decir, le dio un potencial espiritual alto para que ayudase a la humanidad.
Levítico 20, vs 9:
דָּמָ֥יו בּֽוֹ
o “…su sangre en él…”: El maldecir a su padre y a su madre, de hecho, es como si maldijere a Dios porque el padre y la madre son los que con Dios le dieron el ser. Esta es una de las formas de ingratitud más significante. Consecuentemente, ha de morir porque pretendió quitarle la razón fundamental a la creación en cuanto al amor, a la verdad, al juicio y a la justicia.
Levítico 20, vs 10:
מֽוֹת־יוּמַ֥ת הַנֹּאֵ֖ף וְהַנֹּאָֽפֶת
o “…morir, morirá, el fornicador y la fornicadora. Cometer adulterio es pecado mortal porque interfiere en el orden familiar destruyéndolo. Ambos están comprometidos ante Dios porque representan el núcleo santo de la familia, tan importante para la sociedad bien constituida. El acto de la procreación ha de ser un acto que conlleve santidad porque, de lo contrario, se convierte en fornicación, es decir, puro deseo carnal a expensas de los valores del espíritu. En el mundo moderno, el adulterio, según se indica en la Biblia, significa hombre, casado o soltero, con mujer casada porque el hombre casado que se une carnalmente a una mujer soltera no está cometiendo adulterio ya que la poligamia, aceptada por la Biblia, no existe en la sociedad moderna occidental. De existir, se pudiera casar con ella también sin necesidad de abandonar a su primera esposa. El hecho de que la sociedad moderna le fuerza a tener que divorciarse primero de su mujer para poderse casar luego con la recién adquirida, va en contra del mandamiento divino de no abandonar a la mujer de su juventud para substituirla por otra más joven, más inteligente o más bonita. A mi entender, bíblicamente hablando, la mujer no puede cometer adulterio si está soltera, a menos que fornique por puro placer y se niegue a contraer matrimonio con el varón.
EL RENCOR, EL PERDÓN Y LA PAZ EN EL MATRIMONIO
¿Cuántos matrimonios se han agriado y hasta disuelto debido a que ambos cónyuges acumularon rencor mutuo? Odio por las frustraciones que cada parte sintió al ver como el ideal que él o ella tenía de su compañero-a, se malogró cuando, día tras día, se descubrieron tal y como realmente eran. Cabe, en justicia, preguntarse ¿Qué culpa tiene un cónyuge de las fantasías que se formó su pareja de él? ¿Acaso sería correcto que uno, con el fin de adaptarse al ideal que el otro se formó de él o ella, abandonara o comprometiera su verdadera identidad y convicción personal para complacer a la pareja? Tratemos de analizar este fenómeno inteligentemente.
Al principio, el matrimonio suele ir generalmente bien, aunque, con el transcurrir de los años, para la gran mayoría del mundo de hoy, las cosas se van enfriando hasta convertirse un día en una relación casi insostenible. Mientras no haya hijos de por medio, la solución del divorcio parece un recurso viable; sin embargo, cuando los hay, el proceso de separación, además de costoso, es extremadamente doloroso para todos y especialmente para los hijos, los cuales no entienden como es que una pareja que un día se amaron para casarse, hoy se rechacen tan fría y cruelmente. De hecho, muchos se plantean hoy en día, si el matrimonio es, como institución, el ideal que la norma social tradicional nos quiere imponer sutilmente. Otros piensan que el enfriamiento y distanciamiento obedecen a un fenómeno independiente que aqueja individualmente a ambos cónyuges y que ellos abrumados y confundidos, lo atribuyen injustamente a la institución matrimonial. Definitivamente, yo me inclino por lo segundo. La institución matrimonial me parece ideal, ya que ofrece una interacción intima en un marco más complejo y completo, de mayor magnitud y alcance, donde se debieran de conjugar los valores humanos e intereses individuales con los del grupo familiar.
No cabe duda de que las diferencias que pueden existir en un matrimonio son de genero bien diverso; sin embargo, uno de los problemas más comunes es el deseo de venganza, unas veces sutilmente, otras no tanto, el cual emana de un rencor sostenido y acrecentado por años. Ambos cónyuges parecen desear desquitarse al considerarse victima del otro. Este sentimiento es el que va desplazando, poco a poco, al amor que sentían de recién casados hasta convertirlos, un día, en dos alienados. Pienso que, si en vez de este sentimiento de frustración, los cónyuges cesaran de culparse mutuamente, al actuar emocionalmente, y decidieran perdonar o simplemente comprender y justificar más al otro-a, actuando razonablemente, las relaciones entre ambos mejorarían ostensiblemente. Amar es comprender, ser justo, honesto y ayudar. Odiar es culpar y acusar al otro sin pararse demasiado a pensar en el agravio que uno también ocasionó a su cónyuge, ya que, como humanos que somos, erramos nosotros también. Entonces, ¿A qué viene esa intransigencia y el deseo de venganza? ¿Por qué no esforzarse en comprender a su pareja, humilde y bondadosamente? ¿Acaso la rutina ha de destruir necesariamente a la bondad porque somos más bondadosos y corteses con los extraños que con los de casa?
He visto parejas que estuvieron al borde del divorcio y que sin embargo, se esforzaron por cambiar, por el bien de todos, adoptando una actitud fresca, paciente, cooperadora y nueva, es decir, tratando de verse el uno al otro de diferente manera, rompiendo con el paradigma o molde mental establecido. En verdad, cierta sensibilidad se pierde con la rutina porque cuando el uno percibe al otro, no se ven como realmente son, sino que cada cual trae la imagen preconcebida y prejuiciosa que se formó del otro, ignorando la humanidad del que tiene delante. Aquellos que rompieron este molde o imagen subjetiva, volvieron a amarse y a compenetrarse más que al principio, compartiendo lo que les restaba de vida en unión santa y madurez, a pesar de las vicisitudes que les tocó vivir juntos. Con ello, no sólo salvaron su matrimonio, sino que se convirtieron en motivo de inspiración y de ejemplo social a imitar por los hijos, familiares y amistades cercanas. La paz matrimonial es posible si ambos se esfuerzan en ser más frescos de mente, justos y bondadosos. Definitivamente, vivir en familia es mejor que vivir solo o cambiando de pareja, lo cual no cambia para nada la esencia del problema suscitado por la percepción de rutina en la relación; renovarse o morir, dice el refranero y la institución del matrimonio no es una excepción a esta norma.
Levítico 20, vs 11:
אֶת־אֵ֣שֶׁת אָבִ֔יו
o “…con la mujer de su padre…”: es preciso que la sociedad se gobierne por una jerarquía de valores espirituales. La mujer del padre, sea su madre o no, no puede mezclarse sexualmente con el hijo o hijastro porque va en contra del orden jerárquico de una sociedad moral. De existir copula entre ellos, ambos han de morir, la madre o la madrastra y el hijo o el hijastro.
Levítico 20, vs 12:
שְׁנֵיהֶ֑ם תֶּ֥בֶל עָשׂ֖וּ דְּמֵיהֶ֥ם בָּֽם
o “…ambos hicieron perversión, su sangre sobre ellos…”: El suegro y la nuera cometieron abominación y deben de morir porque amenazan el orden moral de la sociedad. Por sangre se entiende parentesco.
Levítico 20, vs 13:
וְאִ֗ישׁ אֲשֶׁ֨ר יִשְׁכַּ֤ב אֶת־זָכָר֙ מִשְׁכְּבֵ֣י אִשָּׁ֔ה תּוֹעֵבָ֥ה עָשׂ֖וּ
o “…y el hombre que duerma con varón como con mujer abominación hicieron…”: El sexo ha de hacerse entre géneros opuestos y no entre dos del mismo sexo. Ambos han de morir. Quede claro que la pena de muerte era necesaria porque, a mi entender, el Arca sagrada moraba entre ellos. El símbolo de la cercanía de la divina presencia lo hacía necesario entonces. Yo pienso que, hoy por hoy, cuando el Arca Sagrada o el divino símbolo no se encuentran en el mundo, no es preciso matarlos sino tomar medidas muy serias para que ello no prolifere y se corrompa la sociedad.
Levítico 20, vs 14:
זִמָּ֣ה הִ֑וא בָּאֵ֞שׁ יִשְׂרְפ֤וּ אֹתוֹ֙ וְאֶתְהֶ֔ן
o “…perversión es, en el fuego serán quemados, el y ellas…”: Tomar sexualmente a la madre y a la hija estaba penado con la pena capital porque pervierte el orden moral social poniendo a la madre y a la hija en un mismo nivel al hacerlas competir por el mismo hombre.
Levítico 20, vs 15:
מ֣וֹת יוּמָ֑ת וְאֶת־הַבְּהֵמָ֖ה תַּהֲרֹֽגוּ
o “…morir morirá y a la bestia mataréis…”: El que se acostare sexualmente con bestia ha de morir porque profanó el espíritu que lleva el humano al mezclarlo con el orden inferior que el animal representa en la creación. El acto de la procreación, en un mundo de santidad, es un acto moral que ha de preservar las diferencias naturales entre las especies y su jerarquía.
Levítico 20, vs 16:
וְאִשָּׁ֗ה אֲשֶׁ֨ר תִּקְרַ֤ב אֶל־כׇּל־בְּהֵמָה֙ לְרִבְעָ֣הֿ אֹתָ֔הּ וְהָרַגְתָּ֥ אֶת־הָאִשָּׁ֖ה וְאֶת־הַבְּהֵמָ֑ה
O “…y la hembra que se acercare a cualquier animal para tener copula con él y matarás a la mujer y al animal…”: Esta prohibición atañe a la hembra soltera o casada. El adulterio, según Lev. 20, vs 10, no atañe a la hembra soltera porque el mandamiento no está dirigido a ella sino a la mujer esposada. Si la hembra soltera tiene copula con un varón casado no es adulterio porque la sociedad moderna actual no permite la poligamia, la cual está permitida en la Biblia. Hoy, al Varón casado se le exige el divorcio para poder casarse con la recién adquirida hembra, lo cual va en contra de lo que otro mandamiento divino recomienda en el sentido de no abandonar a la mujer de su juventud para reemplazarla por otra más bonita, más joven o más inteligente.
Levítico 20, vs 17:
חֶ֣סֶד ה֔וּא
o…compasión es…”: ¿Qué tiene que ver la compasión con el hecho de que entre hermanos se descubran su desnudez sexualmente? Quizás ello signifique un ablandamiento sentimental de una compasión mal entendida por la cual ambos se amancillaron.
Levítico 20, vs 17:
אֲחֹת֛וֹ גִּלָּ֖ה עֲוֺנ֥וֹ יִשָּֽׂא
o “…a su hermana descubrió, su pecado llevará…”: Al descubrir la desnudez de la hermana, cruzó una barrera moral. Es preciso entender que cuando se traspasan los limites de la moralidad, el ser pierde la inocencia y se “malea” en el sentido de crear en su mente cierta confusión, la cual, le impide ver claro y ser más objetivo.
Levítico 20, vs 18:
וְ֠אִ֠ישׁ אֲשֶׁר־יִשְׁכַּ֨ב אֶת־אִשָּׁ֜ה דָּוָ֗ה
o “…y el hombre que durmiera sexualmente con mujer menstruosa…”: La mujer menstruosa no puede tener relaciones sexuales con varón mientras dure su periodo de impureza.
Levítico 20, vs 19:
וְעֶרְוַ֨ת אֲח֧וֹת אִמְּךָ֛ וַאֲח֥וֹת אָבִ֖יךָ לֹ֣א תְגַלֵּ֑ה
o “…y la desnudez de la hermana de tu madre y la hermana de tu padre no descubrirás…”: La prohibición afecta a las tías con los sobrinos.
Levítico 20, vs 20:
עֲרִירִ֥ים יָמֻֽתוּ
o “…sin hijos morirán…”: Es difícil de entender por qué aquél que se acuesta con la mujer de su tío resulta sin hijos. Una cosa no parece tener relación con la otra porque ¿Qué pasa con las personas casadas legítimamente y que no tienen hijos? ¿Por qué estas parejas tendrían que participar de este mismo pecado?
Levítico 20, vs 21:
עֲרִירִ֥ים יִהְיֽוּ
o “…Serán sin hijos…”: En este caso no se menciona explícitamente la pena de muerte mientras que se manifiesta que serán sin hijos como ocurrió en el caso del sobrino que se acostó con la mujer del tío.
Levítico 20, vs 22:
וְלֹא־תָקִ֤יא אֶתְכֶם֙ הָאָ֔רֶץ
o “…y no os vomitará la tierra…”: El universo parece ejercer un juicio permanente sobre todo cuanto hace el humano y lo sanciona favorable o desfavorablemente. El programa de la tierra tiende a vomitar a las sociedades, civilizaciones o culturas corruptas destruyéndolas. La ley causa-efecto reacciona a todo cuanto hace el humano. Si lo que se hace está bien, tiende a prosperar, sino tiende a ir decayendo hasta morir.
Levítico 20, vs 23:
וְלֹ֤א תֵֽלְכוּ֙ בְּחֻקֹּ֣ת הַגּ֔וֹי אֲשֶׁר־אֲנִ֥י מְשַׁלֵּ֖חַ מִפְּנֵיכֶ֑ם
o “…y no caminaréis en las leyes de aquellos gentiles que yo expulso de delante de ustedes…”: Israel está supuesto a vivir por las leyes divinas y no por las del hombre. Sin embargo, las leyes gentiles tienen su parte verdadera ya que Dios, aquí, sólo excluye las de aquellas naciones gentiles que está expulsando de la tierra de Canaán no la de los gentiles en general. Me consta que entre las leyes gentiles existe, en ocasiones, virtudes dignas de ser consideradas. No olvidemos que tanto el gentil como el judío, ambos fueron hechos a imagen y semejanza del Creador.
Levítico 20, vs 23:
אֶת־כׇּל־אֵ֙לֶּה֙ עָשׂ֔וּ וָאָקֻ֖ץ בָּֽם
o “…porque todas estas abominaciones hicieron y fueron vomitados por ellas…”: Las naciones que Dios expulsó de la tierra de Canaán eran naciones en extremo corruptas.
Levítico 20, vs 24:
אַתֶּם֮ תִּֽירְשׁ֣וּ אֶת־אַדְמָתָם֒ וַאֲנִ֞י אֶתְּנֶ֤נָּה לָכֶם֙
o “…vosotros heredaréis sus tierras y yo os las daré a ustedes…”: Dios desea que Israel se santifique para ser merecedor de la tierra en lugar de ser el beneficiario de ella, en virtud del pacto patriarcal solamente. De hecho, cuando Israel dejó de vivir en la santificación, fue expulsado de la tierra prometida también como las demás naciones corruptas. En esto no existe favoritismo de ninguna clase e Israel es castigado severamente, aunque no completamente destruido, en virtud del pacto patriarcal.
Levítico 20, vs 24:
אֲשֶׁר־הִבְדַּ֥לְתִּי אֶתְכֶ֖ם מִן־הָֽעַמִּֽים
o “…por eso os separé de los demás pueblos…”: Dios escogió a Israel para la santidad y le dio la Biblia para que viviera por ella. Sin embargo, ello no es garantía de que Israel iba a estar a la altura de las circunstancias. Israel como las naciones gentiles tiene libre albedrío y puede hacer lo que le plazca porque Jehová es Dios de libertad. Claro que tanto gentiles como judíos tendrán que responder por su comportamiento ante Dios. Los gentiles en términos naturales y los judíos en términos legales, a causa del pacto patriarcal con Dios, en virtud del yugo bíblico.
Levítico 20, vs 25:
וְלֹֽא־תְשַׁקְּצ֨וּ אֶת־נַפְשֹֽׁתֵיכֶ֜ם
o “…y no abominaréis vuestras almas…”: El judío o Jehovita tiene que tener la conciencia bien entrenada en el sentido de lo que Dios espera de él, en virtud del pacto patriarcal. La consideración espiritual siempre tiene que tenerla presente porque vive en la presencia de Dios más que ningún gentil.
Levítico 20, vs 26:
וִהְיִ֤יתֶם לִי֙ קְדֹשִׁ֔ים כִּ֥י קָד֖וֹשׁ אֲנִ֣י יְהֹוָ֑ה וָאַבְדִּ֥ל אֶתְכֶ֛ם מִן־הָֽעַמִּ֖ים לִהְי֥וֹת לִֽי
o “…y seréis para Mí santos porque Santo soy Yo Jehová y os separé a ustedes de los pueblos para que fueseis míos…”: La intervención de Dios a favor de Israel es con el fin de que adopten la santidad de Jehová. Si hay santidad Israel será una bendición espiritual en el mundo y Dios bendecirá a aquellos que bendigan al Israel espiritual y maldecirá a aquellos que maldigan al Israel espiritual y Dios entregará vencidas a las naciones que odian a Israel en sus manos. Sin embargo, si Israel no ejerce santidad (justicia) en sus obras, será una maldición para el mundo y los gentiles que bendigan al Israel rebelde serán maldecidos y los gentiles espirituales que maldigan las obras malas de Israel y que le quieran corregir de sus caminos equivocados, serán bendecidos y Dios entregará a Israel en las manos de sus enemigos gentiles para castigo aunque, cuando Israel se arrepienta, será redimido, en virtud del pacto patriarcal, no en virtud de sus merecimientos.
Levítico 20, vs 27:
א֛וֹב א֥וֹ יִדְּעֹנִ֖י מ֣וֹת יוּמָ֑תוּ
o “…practicare adivinación o hablare con los muertos, morir, serán muertos…”: Las prácticas espiritistas están sancionadas con la muerte porque generan confusión en beneficio de los que comercian con ello. Esto era así porque la divina presencia moraba entre ellos. Hoy, estas prácticas especulativas, a mi entender, no son tan nocivas porque el sentido común tiende gradualmente a excluirlas.